La historia de Cal Soldevila empieza a principios del siglo pasado. Aprovechando la situación junto a la carretera y, como quien no quiere la cosa, los tatarabuelos, fundadores de la casa hacia el 1890, comenzaron a dar alojamiento a los primeros carros. Sobre el establo de las mulas, los carreteros hacían un lecho de paja para pasar la noche. Al día siguiente, por la mañana, desayunaban y continuaban el camino.

Durante casi cien años y a lo largo de cuatro generaciones, los Soldevila hemos estado siempre al servicio del cliente: desde bar del pueblo, hasta a auténtico centro social de Calders en donde se hacían representaciones teatrales, conciertos, cine o bailes de la fiesta mayor. Incluso a finales de la Guerra Civil,  el local se usó como hospital militar de campaña al ser incautado al abuelo Amadeu por los nacionales.

Hacia los años sesenta había también habitaciones y se daba servicio de fonda; mucha gente venía a pasar unas semanas en verano o simplemente a pasar una noche.